domingo, 4 de septiembre de 2016

Keta y la biblioteca

   Hubo una vez, hace no mucho tiempo, una pequeña ratona de color negro llamada Enriqueta y un pequeño ratón de color blanco llamado Anacleto. Anacleto y Enriqueta vivían en la biblioteca.

   Allí había tantos y tantos libros y ellos tenían tantas ganas de leerlos, que apenas se habían dado cuenta cada uno del otro. Además, los libros que le gustaban a cada uno eran tan distintos… A Enriqueta le gustaban los atlas, los de ciencia, las cosas de aprender… A Anacleto le gustaban las novelas de aventuras, los cuentos de hadas…
   Un día, Anacleto y Enriqueta se encontraron en un libro de cuentos de amor… y lo leyeron juntos. Ese mismo día, decidieron leer juntos toda la vida.

   A las pocas semanas, una mañana del mes de marzo nació Keta, una pequeña ratona de color gris. Desde que era muy pequeña, se acurrucaba en el regazo de su madre y juntas navegaban por los atlas, conocían distintas culturas del mundo, aprendían sobre animales y plantas… Las tardes que Keta pasaba con su padre Anacleto, eran tardes llenas de aventuras y diversiones: juntos surcaban los mares a bordo de una goleta mientras buscaba un tesoro, viajaban a la luna, conocían todos los secretos de hadas y vampiros… Y así fue como Keta aprendió a amar los libros y a leer casi sin esfuerzo, a pesar de que era un poco disléxica.

   A los pocos años no quedaron libros en la biblioteca que Keta no hubiese leído. Por eso, decidió viajar por el mundo en busca de libros nuevos que leer, nuevas historias que contar, libros que enseñarle a Anacleto y libros que enseñarle a Enriqueta: libros para disfrutar aprendiendo y libros para aprender mientras disfrutaba…

   Viajó tanto tantísimo que enseguida tuvo una maleta llena de libros, y después una caja, y luego un baúl… cuando Keta no tuvo más espacio para guardar sus libros, ni más fuerzas para seguir cargando con ellos de un lado a otro del mundo, se encontró con una clase abandonada en el colegio Samaniego. Pensó que aquella clase sería un lugar ideal para vivir y compartir… y la fue llenando de libros, y libros, y más libros… Y colgó un cartel en la puerta que ponía BIBLIOTECA.
   Desde entonces Keta sigue viajando por el mundo para encontrar nuevos libros que leer y, si le gustan, enseñárselos a los niños y niñas que vienen a visitarla a su casa, BIBLIOTECA.


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